La tramitación del megaproyecto INNA, impulsado por AES Andes, continúa avanzando dentro del Sistema de Evaluación Ambiental (SEA), pese a las intensas críticas de comunidades científicas, astrónomos y organizaciones medioambientales. Pero ¿de qué se trata esta iniciativa?, ¿por qué genera tanta preocupación en el mundo académico?, ¿y en qué etapa se encuentra actualmente?
El proyecto –cuyo nombre oficial es INNA: Proyecto Integrado de Infraestructura Energética para la Generación de Hidrógeno y Amoníaco Verde– pretende posicionarse como uno de los mayores complejos industriales de hidrógeno verde del país, con una inversión estimada de US$ 10.000 millones.
¿Qué propone exactamente el proyecto INNA?
Según el SEA, INNA contempla la producción anual de 100 mil toneladas de hidrógeno verde y 650 mil toneladas de amoníaco verde, instalándose en la comuna de Taltal, Región de Antofagasta, en un área cercana a los observatorios Paranal, Armazones y CTA-Sur.
El complejo considera:
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3 parques fotovoltaicos (365 MW, 809 MW y 513 MW).
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Un parque eólico.
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Una planta desaladora para obtener agua y emplearla en electrólisis.
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Una superficie total cercana a las 3.000 hectáreas.
AES Andes sostiene que el proyecto permitiría reducir más de 1,5 millones de toneladas de CO₂ al año, contribuyendo a las metas nacionales de descarbonización.
¿Por qué la comunidad científica está en alerta?
El principal foco de preocupación no es la producción de hidrógeno verde como concepto, sino su ubicación. La zona donde se pretende instalar INNA se encuentra dentro del corredor astronómico más importante del hemisferio sur, un área protegida históricamente por su excepcional oscuridad, estabilidad atmosférica y baja humedad, condiciones únicas para observación astronómica profesional.
Las críticas provienen de instituciones como la Sociedad Chilena de Astronomía (SOCHIAS) y el Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA), que advierten que el proyecto podría generar alteraciones severas y posiblemente irreversibles.
1. Incremento de la contaminación lumínica
Científicamente, el problema no es solo “más luz”, sino:
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Dispersión de Rayleigh y Mie: partículas en suspensión y vapor de agua dispersan la luz artificial, ampliando el brillo del cielo incluso a decenas de kilómetros.
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Reflexión en nubes cirrus y aerosoles desérticos, aumentando el “glow” nocturno.
SOCHIAS advierte que el cielo sobre Paranal podría volverse hasta tres veces más brillante, lo que afectaría instrumentos extremadamente sensibles diseñados para operar en condiciones de oscuridad casi absoluta.
2. Impacto en la óptica adaptativa
Los telescopios de clase mundial como VLT, ELT y el futuro CTA-Sur, dependen de tecnologías de óptica adaptativa que corrigen turbulencias atmosféricas con una precisión de micrómetros.
La presencia de:
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nuevas fuentes luminosas,
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polvo levantado por actividad industrial,
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incremento de aerosoles en capas bajas, y
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variaciones térmicas generadas por la operación constante
puede interferir directamente con los algoritmos de corrección, reduciendo la nitidez de las observaciones e incluso inutilizando ciertos modos de alta resolución.
3. Emisión de material particulado y turbulencia térmica
La operación de enormes plantas de electrólisis, la circulación vehicular y las torres eólicas producen:
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turbulencia mecánica,
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islas de calor, y
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corrientes convectivas locales.
Todo esto afecta los parámetros astronómicos medidos como seeing, turbulencia, extinción y transparencia, índices críticos para telescopios del calibre del VLT o el próximo Extremely Large Telescope (ELT).
Los astrónomos advierten que se arriesga “enlodar literalmente” décadas de inversión pública y privada en infraestructura astronómica que posiciona a Chile como capital mundial de la astronomía óptica.
¿Qué decisión tomó recientemente el SEA?
El plazo para que el SEA se pronunciara sobre la solicitud de término anticipado del proceso expiró recientemente. La autoridad determinó no detener la evaluación, ya que el proyecto no presentaría –según el informe– una falta esencial de información que impida continuar con el análisis.
Esto NO implica aprobación, pero sí obliga a AES Andes a responder:
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las observaciones del Ministerio de Medio Ambiente (MMA),
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las críticas de la Seremi de Antofagasta,
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los cuestionamientos sobre la ubicación, y
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las dudas respecto a los efectos sobre ecosistemas terrestres y marinos por ruido, iluminación y tránsito industrial.
El MMA señaló además que la zona no correspondería a áreas definidas para desarrollo de generación eléctrica según la planificación vigente.
La postura de AES Andes
La empresa afirma que el proyecto se encuentra en un área validada por la Planificación Energética de Largo Plazo (PELP) para energías renovables, y declara estar dispuesta a incorporar mejoras que permitan “coexistir” con la actividad astronómica.
Un debate que recién comienza
El caso INNA ha reactivado una discusión profunda:
¿Cómo compatibilizar la transición energética con la protección de uno de los cielos más importantes para la ciencia mundial?
La comunidad astronómica insiste en que proyectos de esta escala deben cumplir estándares estrictos que resguarden los parámetros ambientales que hacen de Chile un polo científico único.
Para muchos, el desafío es evitar que el impulso por energías limpias termine comprometiendo un recurso científico irreemplazable:
el cielo más transparente y estable del planeta.

